Queridas amigas,

Queridas amigas,

Hace tanto tiempo que no escribo… que se me estaba acumulando una especie de ovillo de palabras en la garganta. Entre pañal y pañal, entre mecedora y paseo, entre teta, llanto y mirar por la ventana, he imaginado escribiéndoos los miles de pensamientos que han acudido a mi ociosa mente en esta etapa maternal.

Mi ventana al mundo, a falta de televisión y con cierta aversión a la radio, y me da cierta vergüenza reconocerlo, y a la vez me digo, por qué no, oye, las amistades que tengo cuelgan cosas bien majas, ha sido Facebook y gracias a él he seguido a algunas blogueras. He visto sus fotografías perfectas que recogen esos mundillos idílicos que narran de manera poética sus cotidianidades y que provocan, casi inmediatamente, cierto autocuestionamiento, haciendo que, en más de una ocasión, le haya puesto un filtrito a alguna foto para que también pareciera que mi realidad era idílica. No me quejo, es el momento más idílico de mi vida, pero mi realidad dista mucho de la imagen bucólicopastorilstyle que podría venirnos a la mente al oír la palabra idílico.

El caso es que a medida que leo, mis ganas de compartir crecen. Pero mi anterior proyecto de blog no daba respuesta a mi verdadera necesidad. Y mi necesidad es contaros a vosotras mis pensamientos, utilizando la escritura que tan amiga y a la vez desconocida es. Me salen las palabras cuando imagino que las leéis, porque todas vosotras tenéis en común algo precioso y es a ese “algo” al que me dirijo. Ese toque mágico de sororidad es a quien yo le quiero contar mis pensamientos. Y ni tan siquiera me importa si leeréis mis palabras o no. Lo que de verdad me nace es escribiros. Escribiros sobre mi reciente maternidad, sobre mis inseguridades, compartiros lecturas, pensamientos, ideas propias, ideas de otros, citas y… cómo no… mi reciente pasatiempo (quién me iba a decir a mí que en la casilla de hobbies iba a poder escribir algo): las recetas. Efectivamente, amigas, como la mayoría sabéis, las recetas han sido lo único que he sido capaz de leer con pasión en todo este tiempo de gestación-lactancia. Son maravillosas: poco texto, ingredientes maravillosos, fotografías preciosas y grandes y, sobretodo, gran activadoras de una imaginación que evoca la libertad de cocinar; libertad y tiempo de los que ahora no dispongo en ese formato. Eso sí, he conseguido adaptar mis desayunos mientras Q tiene a K. Ya os mandaré alguna fotografía :).

Estoy emocionada con este proyecto. Ahora mismo, mientras os escribo me siento como una fugitiva, haciendo algo en la absoluta clandestinidad; miro a K de reojo, rezando para que no se despierte de los brazos de Q y se me agita la respiración al poder disponer de este tiempo para escribir algunas de las palabras que van deshaciendo del ovillo.

La idea es escribiros sin tiempos, sin periodicidades, sin temas, sin categorías, sólo con lo que surja, con las posibilidades del día a día. En mi lengua materna o en la que me socializó, al margen de territorios y banderas, lo que nazca del corazón.

Así que no os preocupéis si no tenéis tiempo de leerme, si no os interesa el tema o si no os apetece. No hay compromiso por vuestra parte, lo que sí hay por mi parte es un compromiso con mi humilde autenticidad, con la honestidad de no necesitar saberexperto para compartir. Es una manera de poner en práctica y en orden todas aquellas intenciones maravillosas de nuestra imaginación que no siempre se hacen realidad.

Así que, si os apetece uniros a esta aventura, os podéis inscribir en el blog para recibir lo que venga, que quién sabe qué será. De momento os mando una gran ilusión que confío que me lleve a navegar por vuestras pantallas y vuestros corazones.

Amigas, queridas interlocutoras, os dejo con esta imagen para que evoque vuestros propios sueños y proyectos.

*Ayer me fui a la cama con un subidón tremendo. Qué emoción haber encontrado el formato que hacía que palpitara por dentro. Tan emocionada estaba que hasta a K le costó dormirse :). Pero esta noche… entre vela y vela ha aparecido una voz crítica que conozco bien y que ya es casi amiga: que para qué les vas a escribir, que no les va a interesar, que vaya manera de exponerte, que les vas a poner en un compromiso… y es esta voz, amigas, la que tantas veces debemos hacer callar, la que no nos deja avanzar y la que a mí, personalmente, muy a menudo, me impide la perseverancia y mantenerme en la ilusión…

Es por eso que hoy me he levantado con ganas redobladas de desafío, apelando a nuestras voces amigas internas para poder continuar con la escritura tierna y libre de juicios.

Feliz día queridas!